
El periodista es partidario de un sistema educacional público, que garantice una educación de calidad, con igualdad de condiciones de desarrollo profesional para todas y todos los jóvenes, independiente de su situación socioeconómica.
“Estamos ad portas de una elección presidencial, donde nos estamos jugando muchas cosas en las que hemos avanzado, entre ellas, la equidad, e igualdad en muchos aspectos y, lo más importante, que es luchar en los últimos años por una educación pública de alta calidad y gratuita”, manifiesta el periodista Claudio Mardones, magister en Comunicación Digital y docente de las Escuelas de Periodismo de la PUCV y UVM.
El profesional, integrante del directorio de Fundación Educación Futuro, es partidario de un sistema educacional público, que garantice una educación de calidad, con igualdad de condiciones de desarrollo profesional para todas y todos los jóvenes, independiente de su situación socioeconómica.
¿Qué lo motiva a formar parte del directorio de Fundación Educación Futuro?
Llegué a la docencia después de 22 años de trayectoria periodística y para ser honesto es la experiencia más increíble que he logrado en mi carrera, más allá del periodismo de investigación, de reportajes en televisión, radio y medios digitales. Hacer clases es lo que me motivó, desde ahí entendí el mundo de la educación, de los docentes profesionales y, claramente desde ahí quiero ser un aporte; principalmente, desde esta región que es donde nací, estudié e hice mi carrera periodística.
¿Cuál es tu diagnóstico de la educación chilena y cuáles son las principales brechas que identificas en este ámbito?
Creo que es evidente que después de un estallido social y una pandemia nos replanteemos la forma de cómo estamos educando y las diferencias que tienen que ver con los educandos y los educadores. Chile es un país tremendamente desigual, poco equitativo y la igualdad debe partir por la educación. Estamos ad portas de una elección presidencial, donde nos estamos jugando muchas cosas en las que hemos avanzado, entre ellas, la equidad, e igualdad en muchos aspectos y, lo más importante, que es luchar en los últimos años por una educación pública de alta calidad y gratuita. Claramente, hay algunos candidatos que nos harían retroceder en ese tipo de cosas. El gran problema que tiene la educación en Chile es el factor económico, las diferencias de clases. Somos un país clasista, todavía al conocer a alguien lo primero que preguntamos es dónde estudiaste, eso no habla bien de un país desarrollado.
De acuerdo a su experticia, ¿de qué manera le gustaría aportar a través de la fundación para enfrentar los desafíos de la educación chilena?
Lo primero, mi aporte desde los medios de comunicación para promover una mejor educación y, lo segundo, aportar desde la mirada de la docencia universitaria, en todo lo relacionado con estudios e investigaciones del ámbito académico y en cómo se vincula el mundo académico, que a veces queda tan lejano. Porque hay una brecha que es desde lo económico y lo social, pero también hay una brecha intelectual, frente a la que debemos estar atentos. Pareciera que los intelectuales son de otro planeta y parece que en un universo paralelo vivieran las demás personas. Eso no puede ser, porque un académico o un intelectual tiene que estar al servicio de quienes deben recibir esa educación, pensando en una educación pública de calidad, con equidad e igualdad.
«Sueño una escuela sin etiquetas, equitativa y en igualdad, donde los hijos de aquellos que más tienen puedan compartir con aquellos que tienen menos, porque, finalmente, es en ese choque cultural donde aprendemos.»
Este año la fundación lanza el 1er Concurso Videas21, ¿qué valor le da a esta iniciativa que buscar rescatar las buenas prácticas educativas y fomentar la innovación?
El mundo de la educación es el que más actualizado tiene que estar. Un país en crisis social, política, económica, y en crisis sanitaria hoy, nos ha enseñado que debemos replantearnos día a día la forma de educar. Yo, por ejemplo, hoy hago clases desde mi departamento y he tenido que reinventarme, replantearme, incentivar, ponerme de pie, pedir que enciendan las cámaras. Creo que el concurso permite conocer a aquellos creativos que han dejado la polera sudada por nuestro país. Estamos hablando de sectores rurales, incluso. He conocido el caso de profesoras que, en el sur, pese a la pandemia, han tenido que salir con mascarilla a visitar a sus estudiantes porque no tenían internet. Eso muestra la gran desigualdad que hay en Chile. Los profesores han tenido que reinventarse, replantearse, reeducarse por sobre lo que les había dado ya la universidad para poder hacer una buena labor, ser un buen docente y que su mensaje, que finalmente va a cambiar la vida de los niños y los jóvenes que lo están escuchando, llegue de la mejor manera posible.
Como docente, ¿considera que es necesario incentivar un mayor desarrollo de la capacidad crítica de los estudiantes?
Yo creo que la capacidad crítica que tienen los alumnos y alumnas tiene que ver principalmente con los factores históricos de un país, que viene de una dictadura militar. Después con los años nos dimos cuenta que nuestro sistema educativo no les daba la posibilidad de tener un desarrollo de su capacidad crítica sobre su entorno social. Sin embargo, el mismo estallido social nos hizo ver que había un mundo pensante en una misma generación que saltó los piquetes del metro, y que los celulares no sólo servían para compartir chistes, sino que nos enteramos que nuestros alumnos secundarios estaban compartiendo noticias como la de los abuelitos que se suicidaron por no tener una pensión digna ni para sus medicamentos ni su alimentación. Por lo tanto, ellos nos enseñaron que saltar un piquete del metro, era mucho más que un acto de rebeldía y creo que desde ahí la academia tuvo que adaptarse a lo que ellos estaban creando. Entonces, ojo, hay que ver desde qué veredas se están produciendo los cambios. Hoy siento que los hemos dejado abandonados, y que debemos darles el lugar que se merecen, ya que hoy estamos construyendo una nueva constitución, gracias a ese acto político de rebeldía.
¿Cómo sueña la Escuela del Futuro?
Yo sueño la escuela del futuro donde no haya diferencias entre ricos y pobres, donde ojalá el sistema educacional sea público para todos y para todas. Que los niños y adolescentes no se pregunten en qué colegio estudiaron o que sus posibilidades de desarrollarse profesionalmente no dependan de sus vínculos primarios. Hoy, éstos son los que determinan si vas a ser gerente de una empresa dependiendo del colegio donde estudiaste. Que no exista esa diferencia. Que los obreros puedan soñar que sus hijos, hijas e hijes puedan ser médicos, abogados o gerentes.
Los niños no saben si su amigo es de pueblo originario, homosexual, eso no les importa, somos nosotros los que les ponemos esa pésima etiqueta. Sueño una escuela sin etiquetas, equitativa y en igualdad, donde los hijos de aquellos que más tienen puedan compartir con aquellos que tienen menos, porque, finalmente, es en ese choque cultural donde aprendemos. Esto, generalmente, lo aprendemos como adultos por experiencias de vida, pero debiéramos partir con los niños, así a futuro ellos no verían diferencias.