
La psicóloga, expone su visión crítica del sistema educativo, donde reconoce avances en materia de inclusión, pero aboga por la flexibilidad curricular para dar cabida “a la diversidad de capacidades y estilos que hay en las aulas”.
“En el sistema educativo necesitamos aumentar la voz de los que han sido invisibilizados en su derecho a voz y voto. Me refiero a los profesores, a los estudiantes, a los asistentes de la educación”, señala Verónica López, directora del Centro de Investigación para la Educación Inclusiva (EduInclusiva) y del Programa de Apoyo a la Convivencia Escolar -PACES PUCV.
La psicóloga, integrante del directorio de Fundación Educación Futuro, expone su visión crítica del sistema educativo, donde reconoce avances en materia de inclusión, pero aboga por la flexibilidad curricular para dar cabida “a la diversidad de capacidades y estilos que hay en las aulas”. Y en este sentido, releva la importancia de “generar iniciativas a nivel regional que permitan fomentar la innovación pedagógica y la creatividad, que tanto se necesita como una contra respuesta a los sistemas estandarizados y con rendición de cuentas que tenemos hoy día”, puntualiza.
¿Qué la motiva a formar parte del directorio de Fundación Educación Futuro?
Desde hace muchos años trabajo y hago investigación en el sistema educativo y nos ha tocado apoyar a establecimientos así como a sostenedores y hacedores de política en avanzar hacia un sistema educativo que permita mayor creatividad, autonomía e inclusión, desde allí el llamado que está haciendo Fundación Educación Futuro me convoca en el sentido de que me parece muy importante generar iniciativas a nivel regional que permitan fomentar la innovación pedagógica y la creatividad, que tanto se necesita como una contra respuesta a los sistemas estandarizados y con rendición de cuentas que tenemos hoy día. Por una parte, es necesario avanzar en la política y por otra, también es necesario apoyar a los establecimientos, a los profesores, estudiantes de pedagogía, en distintas maneras, y creo que ésta es una de ellas.
¿Qué diagnóstico hace de la educación chilena actual?
Actualmente, el sistema educacional está atado, por lo menos, a tres nudos críticos que no dejan avanzar hacia una mayor inclusión, eso lo venimos diciendo desde el Centro EduInclusiva. Uno de ésos, tiene que ver con un sistema basado en el modelo de mercado, super estudiando, en cuanto a que tenemos una forma de financiamiento que hace competir a las escuelas entre sí, lo cual va matando la posibilidad de que éstas puedan colaborar entre sí. Un segundo nudo, es una forma de gobernar la educación basada en metas, métricas y números que se miden a través de las pruebas SIMCE, PSU; y que en el caso del SIMCE también mata la creatividad porque hace que los profesores y las escuelas se muevan para alcanzar esa meta de la manera más eficiente y eficaz posible, sacando del sistema a los estudiantes que son más difíciles de educar. Eso está archi estudiado a nivel internacional y, también, cuenta con bastante investigación a nivel nacional. Lo tercero, es confundir la integración con la inclusión. Chile se ha movido a políticas de mayor inclusión como la Ley de Inclusión, y el decreto que promueve los diseños universales de aprendizaje; pero estamos estancados en esta forma híbrida que es el SIMCE, que hace que se mida a todos por igual. Por lo cual, es necesario avanzar hacia la flexibilidad curricular que permita dar cabida a la diversidad de capacidades y estilos que hay en las aulas, de manera que éstas no queden separadas unas con otras y profundicemos en la segregación que ya tenemos.
¿Cuáles son las principales brechas educacionales que le preocupan en el ámbito de su competencia?
Las brechas educativas que se conocen tienen que ver con el rendimiento en pruebas académicas que hemos mencionado, pero también hay brechas socioafectivas. En las investigaciones que yo he liderado, cuando hemos estudiando el bullying, victimización o clima escolar, en general, uno ve que el bienestar que perciben los estudiantes que vienen de sectores de mayor pobreza puntúan menor en ese tipo de pruebas. Siempre hay excepciones y cuando las hemos estudiando, se ve que hay mucho foco puesto en una organización que atiende a la diversidad. Ahora, por ejemplo, estamos haciendo una tesis de pre-grado sobre un estudio en un liceo de la comuna de Valparaíso que hace mucho por trabajar la diversidad de sus estudiantes, entendiendo la inclusión como inclusión estudiante migrante (tienen un 30% de matrícula de migrantes de 9 nacionalidades distintas) y la inclusión de género. Están haciendo formación en temas de sexualidad de género, tienen estudiantes transgénero en transición, y en ese establecimiento los estudiantes reportaron que sí perciben un alto nivel de bienestar. Entonces, la escuela puede hacer mucho, por eso trabajamos temas de convivencia escolar, porque esto se juega en una convivencia que sea democrática, inclusiva, y no solo en tratar bien a los estudiantes que más y mejor pueden.
¿De qué manera le gustaría aportar, a través de la Fundación, para enfrentar los desafíos educativos de nuestro país?
Tengo entendido que Fundación Educación Futuro es una iniciativa de la sociedad civil de quienes estamos interesados a nivel profesional y académico, ya que también hay artistas y científicos, en apoyar iniciativas que permitan dar mayor holgura, flexibilidad y creatividad al sistema. Desde ese punto de vista, la participación nuestra en calidad de ciudadanos puede permitir generar iniciativas que sean interesantes.
Yo creo que la alianza entre la fundación y las iniciativas de quienes la conformamos también va a ser interesante. Nosotros, por darte un ejemplo, en el año 2011-2012, hicimos un concurso que se llamaba “Convivir mejor juntos”, en el que participó la Seremi de Educación. Era un llamado a que estudiantes de educación básica y media pudiesen ellos proponer, “qué harías tú para mejorar la convivencia escolar”, donde los alumnos entregaron cuentos, afiches y canciones. El curso ganador tuvo un paseo. Y, luego, nosotros transformamos las propuestas seleccionadas en fichas educativas que hoy están concentradas en un libro que publicamos hace poco, llamado Convivir mejor juntos y que está disponible en la sección de recursos de la web de PACES. Me parece que iniciativas como esa pueden volver a hacerse, pueden congregarse con propuestas donde se pregunte a los propios estudiantes. En el sistema educativo necesitamos aumentar la voz de los que han sido invisibilizados en su derecho a voz y voto. Me refiero a los profesores, a los estudiantes, a los asistentes de la educación. Iniciativas como estas permiten ir sacando la voz no solo en la escuela sino también a nivel regional.
«Claramente, la innovación es la semilla para un aprendizaje que sea significativo y que tenga la posibilidad de aportar al desarrollo integral de los estudiantes.»
Este año la fundación lanza el 1er Concurso Videas21, que busca fomentar la innovación pedagógica ¿qué impacto desearía que tuviera esta instancia en la comunidad escolar?
Me llama positivamente la atención este concurso VIDEAS21, al cual invito tanto a los profesores como a los establecimientos, tanto a los estudiantes de pedagogía como a académicos a presentar ideas creativas que hayan sido puestas en práctica. Queremos conocer sus experiencias en innovación y creatividad pedagógica para socializarlas, difundirlas y también crear una suerte de banco de ideas que permita a los profesores sacar buenas ideas, porque de las buenas ideas se puede aprender. Obviamente, no se trata de copiarlas y pegarlas, sino como una suerte de recetarios que pueden ser interesantes para ajustarlos a mi propia realidad. Probablemente, yo voy a participar como jurado del concurso VIDEAS21 y luego vendrán otras iniciativas que tienen que ver con poder acercar y ofrecer experiencias de exploración científica, indagación creativa en establecimientos escolares.
¿Qué importancia le asigna a la innovación en la sala de clases?
La innovación es la semilla para el desarrollo de la creatividad y para el desarrollo de las competencias socioafectivas, además, obviamente, para la generación de conocimiento. El conocimiento que es útil es aquel que se puede aplicar a la vida cotidiana de los propios estudiantes. De ahí, que la innovación debiese ser transversal en la educación, tanto la que realizan los profesores como aquella se le pide realizar a los estudiantes. Cuando los estudiantes crean algo nuevo que está vinculado a sus necesidades en el territorio, ese es un aprendizaje que queda, que es significativo, y va generando nuevas posibilidades. Es algo muy distinto a memorizar un contenido de la prueba, que luego va a venir un agente externo y me va a medir por ello. Claramente, la innovación es la semilla para un aprendizaje que sea significativo y que tenga la posibilidad de aportar al desarrollo integral de los estudiantes.
¿Considera que las universidades están proporcionando a los docentes las herramientas necesarias para apoyar el desarrollo socioemocional de sus estudiantes?
Creo que las universidades están haciendo su parte en cuanto a avanzar hacia mallas curriculares que incluyan temáticas como inclusión y desarrollo socioafectivo, yo lo veo en mi universidad. Sin embargo, creo que el sistema está tan atado en estos nudos que hablábamos, que hace difícil que los estudiantes de pedagogía una vez egresados o los estudiantes de enseñanza media que luego sacan la pedagogía, puedan innovar. El problema, más que en la formación inicial docente, me parece que está en lo rígido que es el sistema educativo respecto de las condiciones de trabajo que ofrece a sus docentes.
¿Cómo sueña la Escuela del futuro?
La Escuela del futuro es una escuela que tiene infraestructura y mobiliario distinto, que permite el movimiento, que haga que los estudiantes, con déficit atencional, con condiciones del espectro autista, no se sientan que tienen que sufrir en la escuela, porque en realidad se puede mover y desplazar. Es una escuela que permite flexibilidad a la diversidad de los estudiantes. Es una escuela que tiene menos horas de trabajo, pero más potentes, más lúdicas, más entretenidas. Es una escuela donde se pasa bien, donde el profesor también puede crear, puede innovar y donde la política educativa confía en el profesor y le hace caso. De a poco vamos logrando alcanzar ese ideal. Veo como algunas políticas como el Decreto 83 o el 67, que tienen que ver, por una parte, con una manera de planificar, hacer desarrollo e implementación curricular, permiten atender la diversidad y, por otra parte, dejar de hacer repetir automáticamente a los estudiantes sólo si tienen una alta asistencia y bajas notas. Esas son señales importantes además del sistema de inclusión; aunque hay otras contradictorias, como el sistema de aseguramiento de la calidad.
Estamos ad portas de una nueva Constitución que va a traer consigo modificación de las leyes y eso va ir haciendo que las escuelas vayan cambiando y los estudiantes se sientan mejor y sea mayor la diversidad de estudiantes que vayan alcanzando el currículum deseado, al ir cambiando la idea de tanto estándar igual para todos.